Hay coches… y coches, para todos los gustos, de todos los colores. La mayoría de la gente se basa al comprar un coche en su aspecto, su utilidad, consumos… ¿pero que hay de la conducción?
La mayoría de los coches están fabricados para que nos desplacemos de un lugar a otro de la forma más cómoda posible erradicando todo atisbo de brusquedad que pueda tener. Precisamente esto es lo que me ha hecho pensar que quizás pocos coches sean «coches de verdad».
Pocos coches actuales dejan al conductor sentir que hombre y máquina son uno, que controlas todo. Ayudas electrónicas aparte, los coches «de calle» poseen unas suspensiones y especificaciones que imposibilitan al conductor disfrutar de la conducción en estado puro.
Los botones «Sport» son la opción que podemos encontrar en algunos modelos, pero otros no nos darán tal opción.
La mayoría de los coches de hoy en día se sienten pesados, si realizas cualquier giro brusco notarás como las blandas suspensiones se mueven de un lado a otro, clara señal de «no hagas eso».
Está claro que la comodidad de los ocupantes es un punto importante, ¿pero hasta qué punto debemos olvidar lo que era conducir un coche?¿podremos volver a disfrutar de la conducción como antes?¿y si nos vemos algún día en la situación de no poseer alguna ayuda electrónica en una situación de apuro?
Con tanta comodidad nos hemos olvidado de la verdad… no sabemos conducir.