Jules Bianchi es el último de los pilotos que han sufrido un accidente en competiciones del motor. Hacía mucho que el gran circo no veía un accidente con tan graves consecuencias, desde el accidente de Massa.
El accidente de Bianchi fue una serie de catastróficas desdichas, el coche deslizó, la grava no lo paró, una grúa se interpuso en su camino justo en ese momento y claro… su coche recibió todas las fuerzas que la máquina de 6000Kg no absorbió como habrían hecho las barreras de goma.
Todo podría haber quedado ahí, físicamente el piloto quedó prácticamente ileso, la estructura de seguridad de su monoplaza no permitió que el coche lo aplastara, el Hans actuó como debía al igual que los cinturones, sin embargo hay un último problema que no podemos solucionar, el cerebro.
En un accidente así, el cerebro recibe un gran impacto, se desplaza dentro del cráneo y provoca serias lesiones cerebrales. El cerebro no es algo que podamos atar ni atornillar y es por eso que es la última barrera infranqueable con la que se han topado los grandes diseñadores de medidas de seguridad en automoción.
Los coches de calle pasan las pruebas de choque con los crash test dummy en las que los Hibryd III, así se llaman estos «voluntarios» al choque, dan a los fabricantes los datos sobre las lesiones que podría llegar a ocasionar un choque. Estos muñecos muestran el daño ocasionado en todas las partes del cuerpo, incluyendo el cerebro.
Lo más importante en un choque frontal, por ejemplo, es la deformación controlada del esqueleto del coche para así absorber el impacto y frenar el coche de una manera menos brusca. Precisamente esto fue lo que le pasó a Jules Bianchi. El coche chocó contra la grúa. Su morro de fibra de vidrio se desintegró al instante y el coche absorbió por completo el impacto que tuvo que absorber las gomas de las protecciones. Resultado, el cerebro de Jules sufrió una deceleración brusca que lo golpeó contra el cráneo.
Éste accidente nos demuestra que ni con las mejores medidas de seguridad estamos a salvo.
Conduzcamos, disfrutemos pero siempre con cabeza.