FERRARI. Un simple apellido, una simple marca, una leyenda de la automoción. La historia de Ferrari es competición, superación y excelencia. Enzo no fundó un imperio sobre una firme base económica como otros, lo hizo piedra a piedra, paso a paso y enfrentándose a todo.
Su pasión por los automóviles le hizo buscar incansablemente un lugar en las carreras. Así, con un Alfa Romeo de segunda mano compitió y ganó la Coppa Acerbo en 1924, lo que lo acercó a Alfa Romeo y le proporcionó posteriormente una oportunidad que cambiaría la historia.
Scuderia Ferrari: el comienzo
Alfa Romeo, en serios problemas económicos, decidió que no podía dejarse ver en las competiciones. Es por eso que vendió su escudería a Enzo, que contando con el apoyo de Alfa Romeo, creó Scuderia Ferrari.
Pronto, el dominio de los Ferrari llamó la atención. La forma de regir la escudería de Enzo llevó a que se convirtiese en un ídolo. Sin embargo, y pese a que Enzo no era amigo de la fabricación en serie, ésta era necesaria, ya que con el dinero recaudado por la venta de Ferrari en modelos de calle podrían financiar su escudería.
Ferrari logró un gran éxito de ventas tanto en Europa como al otro lado del atlántico, donde Luigi Chinetti se convirtió en importador de la marca. Esto propició que los deportivos italianos del Cavallino Rampante comenzaran su leyenda.
Un enemigo local: Lamborghini
La historia de Lamborghini nace antes que sus propios coches. Ferruccio Lamborghini vio en la maquinaria agrícola un gran negocio tras la Primera Guerra Mundial y su negocio le dio grandes beneficios. Lamborghini, gran amante de los deportivos, poseía en su colección modelos de los mejores deportivos europeos.
Entre ellos, se encontraba un Ferrari, que daría lugar al nacimiento de Lamborghini. Y es que el embrague de Ferrari no paraba de averiarse y Ferruccio, cansado de esta situación, quiso hablar directamente con Enzo Ferrari. Ante el ataque de Lamborghini, «Il Comendattore» contrarrestó diciendo que un tractorista no podía entender un deportivo.
Lamborghini, enfadado, decidió que batiría a Ferrari en su propio terreno y pronto, el 350GT estuvo sobre las carreteras, invadiendo el mercado de Ferrari. A día de hoy, ambas marcas tienen un mercado dividido e imágenes muy diferentes pero igualmente exclusivas.
Pero no solo Ferruccio se las vió con Enzo…
Una batalla internacional: Henry Ford III vs. Ferrari
A comienzos de los 60, Ford perdía la batalla con General Motors en ventas debido, entre otras cosas, a su poca fama en las competiciones. Henry Ford III prohibió, junto otras marcas, incluyendo las de GM, la inversión en las carreras de automóviles. Algo que GM no acataba finalmente, mostrándose como coches rápidos ante la sociedad y mucho más atractivos.
Ford, harto de esta injusticia, decidió involucrarse en las carreras, primero con Carroll Shelby y su Cobra, el cual batió a los todopoderosos Corvette, y posteriormente miró más allá, más alto, las carreras de resistencia.
El mandamás de Ford sabía que ganar carreras de resistencia demostraba a la sociedad la durabilidad de sus modelos y decidió que quería competir en ellas, más concretamente en la «creme de la creme» de las carreras de resistencia, las 24 Horas de Le Mans.
Ferrari era el dominador absoluto de esta carrera y Henry III quiso hacerse con la Scuderia. Ferrari no pasaba por un buen momento económico y Enzo aceptó vender, al menos en principio, su imperio a Ford. Sin embargo, cuando únicamente faltaban las rúbricas, Enzo rechazó el acuerdo, haciendo entrar a Henry Ford III en cólera.
«Dadme un coche con el que ganar a Ferrari»
Tras su infructuoso intento de compra de Ferrari, Henry III no reparó en gastos para crear un coche capaz de ganar a los Ferrari en su terreno. Con Shelby de su lado, el mejor grupo humano y una gran inversión, nació el Ford GT40. Desde su nacimiento, el GT40 se demostró innovador (era el coche más bajo que jamás se había visto) y rápido. Las manos de Shelby para regularlo junto a la experiencia del piloto Ken Miles.
Pese a obtener victorias en resistencia, la carrera de Le Mans se le atascó a los hombres de Ford. Así, en 1964, los 3 Ford GT40 inscritos en Le Mans abandonaron la carrera debido a fallos en el motor o incendios y obtuvo igual resultado un año después.
Sin embargo, en 1966, el Ford GT40 derrotó a los Ferrari, obteniendo las tres primeras posiciones en la mítica carrera con versiones diferentes del modelo. La carrera fue ganada estrictamente por Bruce McLaren y Chris Amon con su GT40 (MKII) aunque este mérito se les concedió tras entrar en paralelo al coche de Ken Miles y Denny Hulme (MKIV), los cuales deceleraron para entrar de esta manera. Los jueces le dieron la victoria a McLaren dado que empezó la carrera por detrás del coche de Miles.
El resto de la década fue de dominio aplastante para Ford. Ferrari no logró contrarrestar la potencia y diseño de Ford. Henry Ford III logró lo que ansiaba, ganar a Ferrari, y dio al mundo un icono de la automoción, el GT40.
¡Ay Enzo! ¡Qué sería del mundo sin tus afrentas!